La revolución asturiana del 34, la última revolución obrera de Occidente.

En pocas fechas se celebrará el aniversario de la revolución asturiana del 34, la cual dio comienzo un cinco de octubre del mencionado año. Aprovechando dichas efemérides os subo un post sobre aquel brutal capítulo de la historia más negra de España... y es parte de la historia más negra de España porque fue preludio de la maldita guerra (in)civil y costó la vida a millares de españoles y asturianos.

Como se puede observar en el cartel impreso en plena guerra civil, el  levantamiento del 34 fue el preludio de la contienda cainita.

La revolución o levantamiento civil fue propiciada y auspiciada por el PSOE activamente y apoyada pasivamente por las demás formaciones de izquierdas del país, que no aceptaron el resultado de las urnas que deparó la victoria de la CEDA de Gil Robles, que formó Gobierno en coalición con Lerroux y sus radicales.

El levantamiento tuvo carácter nacional, llegándose a motines tan inquietantes como el que se produjo en Madrid, donde se produjeron enfrentamientos con armas de fuego en el intento de toma de la Presidencia de Gobierno, o en el País Vasco, donde murieron 40 personas, casi todas ellas en el intento de toma de la fábrica de armas de Mondragón. Un lugar marcado como de vital importancia por los golpistas pues querían armar a sus fuerzas con la toma de dicha fábrica.

Pero sin lugar a dudas, el levantamiento fue más virulento y alcanzó mayor intensidad en Asturias, donde perecieron más de 4.500 españoles, y Cataluña... aunque ambas autonomías se distanciaron a los pocos días y rompieron todo tipo de acuerdos y consenso al ser el alzamiento asturiano de carácter obrero y el catalán de carácter nacionalista. No en vano, Lluís Company, por aquel entonces presidente de la Generalitat catalana, proclamó al independencia de Cataluña en esos días.

Os dejo un vídeo en el que supervivientes del levantamiento asturiano narran como sucedieron los hechos... con un marcado sesgo de izquierdas que no se ajusta completamente a la realidad (los insurgentes derramaron mucha sangre con su dinamita y sus posteriores represiones), pero que no por ello pierde el valor histórico que luce el documento audiovisual.